sábado, 20 de agosto de 2011

Esta noche...

Esta noche no tengo sueño... esta noche...
El cielo se cae y miro por la ventana...
No hay estrellas.
Y si miro hacia el horizonte creo ver tu mirada lejana.
Quiero tomar tu mano y estrecharla entre las mias, justo ahora...
Para que tus ojos sean los luceros que iluminen mi sueño esta noche.
Pero no quiero dormir esta noche,
y a la vez quiero y no quiero echarte de menos.
Que tu voz sea mi arrullo que espante a los fantasmas en la oscuridad.
Porque no quiero soñarte más sin ti, esta noche.

domingo, 14 de agosto de 2011

Donde...

No se si haberme marchado haya sido la mejor opción. No sirvo para estar sola, estoy diseñada para gritar, reir y cantar. Necesito ruido, un ambiente acogedor que sólo existe si tengo a alguien que me quiera al lado.
Estoy en un lugar lleno de gente y sin embargo estoy sola. Como si fueran todos desconocidos.
Como si simplemente no existieran. La luz de un calor perturbador me hace sentir ansiosa. Miles de voces dicen cosas sin importancia. Estoy aquí, así es. Eso creo. Puedo sentir que estoy sentada en esta silla y escribo tomando el lápiz entre mis dedos, pero ¿Estoy realmente aquí sentada? Si nadie mi mira o nota mi presencia... ¿Estoy realmente ante ellos? ¿Pueden escucharme si intento hablarles? Quizás estoy lejos, a kilómetros de distancia observando lo que dicen porque mis ojos no cruzan sus miradas. sólo se incrustan en esta hoja de mi cuaderno en la que estoy dejando insertados estos pensamientos.

Nadie dirá mi nombre, nadie tocará mi hombro para que me voltée, porque simplemente NO ESTOY AQUÍ.
Quiero saber donde estoy... incluso a veces me dan ganas de volver aquí (si es que alguna vez estuve entre estas personas)

Pero luego entiendo que no puedo.

Quiero...!

Quiero tomar tus manos ¿Porqué están tan lejos? Quiero abrazar tu alma pero no la alcanzo.
Sonrieme una vez más, dejame escuchar tu risa.
Déjame mirar de nuevo hacia tus ojos brillantes.
Llámame. Escríbeme. Quiero recibir tus palabras de alguna manera.
Piensa en mi. Acuérdate de mi.
Ahora que estás sólo sonríe sólo para mi.
Aunque no te pueda ver.
Aunque estés lejos.
Hazlo.
Mi alma sonreirá contigo.

*o* (2) jaja

Sábado por la tarde y miro el reloj... son las 4 de la tarde recién.

¡Recién! Y yo sólo necesito verla.

Necesito estar con ella ahora. Una sensación sofocante me aprieta el pecho y mi corazón trota acelerado, como si caminara en círculos cada vez más desesperado. Respiro profundo pero cada célula de mi cuerpo me está diciendo que no voy a poder resistir hasta el lunes sin verla de nuevo.



Ayer sus ojos me miraron para despedirse aunque bajaba la mirada ante mi sonrisa segura, que escondía mi típico nerviosismo intenso que nadie conoce, porque he aprendido el arte de fingir seguridad ante los demás.

Revivo sus rasgos y sus gestos tímidos... ¿Podría ser que ahora ella misma estuviera pensando en mi con tal ahínco?

Mis pensamientos me abrazan con una fuerza constrictora y yo sólo quiero acariciar su mano para que me salve de esta tortura.



Está decidido. Saldré a buscarla.



Me abrigué, tomé mi celular y cogí mi paraguas... estaba anunciada una lluvia tremenda y además grados bajo cero.

Tomé las llaves y abrí la puerta que luego se cerró tras de mi.

Ya en la calle miré en dirección a su casa... ¿Podría aparecerme allí de improviso? ¿Sin ninguna excusa coherente?

Traté de recordar si había alguna prueba o algo que estudiar para utilizar la escusa de que quería ayudarla en algo que ella no entendiera, pero luego de revolver entre los deberes de la siguiente semana no encontré nada que me diera aquella razón ansiada. Suspiré. No tenía como aparecerme por su casa sin parecer un demente desesperado. Pero tampoco iba a devolverme, ya me había decidido a verla ese día y eso sería lo que haría.



Nunca había visto mis barrios y mis calles tan vacías. Siempre había gente andando en bicicleta, trotando, jugando o simplemente paseando mientras el sol bañaba sus rostros... pero esta vez el sol lanzaba unos rayos muy débiles de luz a través de las nubes que esta vez parecían "algodón desmenuzado"... Así le había escuchado decirles un par de veces a mi amada cuando las contemplaba.



Caminé en círculos, recorriendo las mismas fachadas de las casas una y otra vez... no tenía el valor de acercarme hasta su casa y ni pensar en la Plaza Vouz Aimes, porque si es que había una pequeña posibilidad de verla sería en aquella plaza que quedaba tan cerca de su casa y de la mía.



Pasaban los minutos y más estúpido y nervioso me sentía. Ella nunca iba a salir con aquel frío que depronto comenzé a sentir. Comenzé a ver mi aliento y en cualquier momento se largaba a llover. Abrí el paraguas en el momento justo en que cayeron las primeras gélidas gotas y el cielo ya estaba oscurecido. Todo fué negro en un abrir y cerrar de ojos.

Fue entonces cuando comenzé a caminar hacia la plaza de nombre francés sin esperanzas de verla... cuando divisé a una chica que parecía acongojada y estaba empapada por la lluvia. Estaba tan confundida y con la mirada clavada en el suelo que no se fijó que iba directo hacia mi. Y sin la menor intención de hacerle daño, chocamos y cayó al suelo. Al mirarla con más detenimiento me di cuenta que era la persona a la que yo tanto estaba deseando ver. ¡Ah! ¡Cómo se regocijó mi corazón! La sangre se agolpó en mis sienes y mis manos comenzaron a temblar. Tanto fue mi nerviosismo que comenzé a reir. Que mal me sentía... reirme de la chica que amaba mientras ella estaba en el suelo mojado en medio de la noche y encojida de frío. Le estreché la mano, estaba congelada. La ayudé a levantarse y le dije

- Pero... ¡Qué haces aquí! -

-¿Cómo se te ocurre salir cuando está anunciado lluvia y grados bajo cero? ¿Quiere resfriarte? ¡Jajaja! Ven...

Y puse mi paraguas sobre ella... su mirada parecía agradecerme.

Fue cuando le dije - ¿Bueno y? No piensas decirme que hacías aquí... - Aunque no esperaba una respuesta, ella contestó como leyendo mis pensamientos - Podría hacerte la misma pregunta... ¿O acaso haz venido a buscarme? -

No saben cuanto la amé en ese momento. Lo malo es que no supe como reaccionar y me sonrojé tanto que se me pasó todo el frío. De todos modos, tome su mano y dije - Y bien, ¿Vamos a tu casa o vamos a la mía?

*o*

Necesitaba mirarte aunque fuera de lejos.

Hubiera sido un día desperdiciado en mi vida si no me cruzaba contigo...

Así que, caminando por la calle mis pensamientos fueron de a poco siendo atraídos como por un imán hacia tí.

Había salido hace ya una media hora sin rumbo, con mi grueso abrigo largo y con la mente en blanco. El sonido del tintineo de las llaves no me despertó de mi trance y vi la puerta cerrarse tras de mi. ¿A dónde demonios iba?

Me detuve medio minuto en el parque, para tomar asiento y observar el cielo. Incliné la cabeza hacia atrás y el sol refulgía débil a través de las nubes que parecían un algodón desmenuzado. Algo más lejos amenzaban oscuras, la posibilidad de una lluvia más o menos fuerte.

El parque estaba vacío a pesar de que eran apenas las 5 de la tarde. Me imaginaba que habrían niños corriendo por ahí mientras sus madres se sentaban a mirarlos con recelo de que pudieran golpearse o por lo menos uno o dos perros que se acercaran a la gente con ganas de que los acariciaran. Nadie. Ni un sólo ser excepto por los pájaros que se acurrucaban en sus nidos. Los envidié, ellos tenían algo a lo que aferrarse...



Resolvi ponerme de pie y seguir caminando aunque el frío del atardecer ya empezaba a dejarse sentir y llevaba pantalones demasiado delgados para el clima que hacía. "Deberías haberlo pensado antes ¿No es así, querida?" Cerré los ojos y descarté semejante comentario. Yo y mi mente sabíamos que al salir de casa, sólo tenía una cosa en mente.



Mis pies habían sido guiados hasta la Plaza Vous Aimez que era la que más cerca quedaba de mi casa, como a una cuadra y media... y de la tuya distaban sólo 2. Por lo que logré deducir que lo que me llevó hasta allí, fue ese deseo inconciente de mirarte.



De todos modos era un razonamiento tonto... nada me aseguraba que tú saldrías en un día tan gélido al parque, en ese preciso momento ¿Cuántas posibilidades habían de encontrarnos ahí? Miré una vez más al cielo y no me había dado cuenta de que había oscurecido ya... quizás cuanto tiempo me tarde divagando sobre el qué hacía allí. Con mis esperanzas perdidas me levanté y en aquel momento las gotas de lluvia comenzaron a bañar mi cabeza. Caían casi congeladas y trspasaban mi cráneo provocándome escalofríos, lograba ver mi aliento. "¿Cuándo demonios bajó tanto la temperatura? ¿Cuanto llevo aquí?" Eran mis preguntas mientras cruzaba mis brazos para darme algo de calor... nisiquiera sabía ya que hora era, no había traído ni celular, ni reloj... ¡Nada! ¡Ni paraguas!



Me sentí la estúpida más grande sobre el planeta y me imaginé que si me vieras ahí, moriría de verguenza. Comenzé a emprender la marcha hacia mi casa con los ojos llorosos y entrecerrados. ¡Qué idiota! Nisiquiera te vi luego de salir como un rayo de mi casa y hacia ningún lado... mal... todo mal. Las gotas de lluvia me golpeaban cada vez más fuerte y estaba empapada. Las calles y las aceras, completamente vacías.



En mi apuro, choqué con alguien y el golpe me arrojó al suelo. Con la voz temblorosa de pena dije - D-d-isculpe, Se-señor, se-señora yo... no estaba viendo por donde iba y...- En ese instante sentí el calor de una mano familiar y tu voz cálida en medio de tanto frío. - Pero... ¡Qué haces aquí! - Mientras me ayudabas a levantarme te reías suavemente de mi caida... no de forma burlesca, sinó sólo por reirte. Te miré confundida... confundidísima... quizás no me había levantado de la cama esta mañana y estaba en medio de un delirio matutino. -¿Cómo se te ocurre salir cuando está anunciado lluvia y grados bajo cero? ¿Quiere resfriarte? ¡Jajaja! Ven...- Puso su paraguas sobre mi y alfin las gotas dejaron de atacarme... eran verdaderas piedras. - ¿Bueno y? No piensas decirme que hacías aquí... - Recuperando en algo mi habla le dije - Podría hacerte la misma pregunta... ¿O acaso haz venido a buscarme? - Luego de pronunciar estas palabras mi mente hizo un corto circuito... yo jamás fui una persona a la que se le diera fácil el coqueteo o el siquiera hablar con un chico... era tremendamente tímida pero en ese momento no pensaba en nada más que en tus ojos.



Enmudeciste por un segundo, aún en la oscuridad pude verte sonrojado... tomaste mi mano y dijiste - Y bien, ¿Vamos a tu casa o vamos a la mía?